jueves, 18 de noviembre de 2010

Un Día de Muertos



Hoy no tuve un día exactamente feliz, de hecho he tenido unos días de aquellos y por supuesto nada de tiempo para escribir. Hoy me di una escapadita, porque tengo que decir que he abandonado este sitio, por medio del cual me relajo y me divierte, se que no soy una escritora profesional, también se que solo dos personas me leen, y no me importa ja ja. Bueno el chiste es que tengo varios temas atrasados uno de los cuales es el Día de muertos.
Tuve la oportunidad de poner una ofrenda en mi trabajo y no saben como lo disfrute, es una de las tradiciones mexicanas (si no e s que la única) que más gusta y es así porque la Navidad dejo de ser importante cuando crecí y me volví adulto. Esta tradición es muy peculiar si no es que única pues nadie venera a nuestros difuntos como nosotros, la verdad es que yo no le veo nada de escabroso, es solo una fiesta, pero esta tiene un aroma peculiar, un color y una magia inigualable. He visitado a lo largo de mi vida varios cementerios y es una sensación cualquiera menos a miedo. La gente ríe, canta y todo es naranja. Todo se ilumina, es una gran exhibición de gastronomía, de cultura de todo en tan solo unos metritos de espacio.
Y aunque ha tenido un par de transformaciones a lo largo de los años su esencia se conserva y es estar con nuestros muertitos una noche, ofrecerles lo que mas les gustaba y llenarlos de buenas bendiciones en su pequeña estadía en el mundo terrenal.
He leído bastante sobre esta tradición y en el prehispanismo los hombres no eran buenos ni malos, simplemente se decidía su rumbo de acuerdo a la forma de morir. Al Paraíso de Tlaloc llegan los que habían muerto por causas relacionadas con el agua. Al Paraíso del Sol llegaban los muertos en combates y las mujeres que morían en el parto y para los dioses eso era un privilegio.
Y al Mictlan llegaban los de muerte natural, no era exactamente el mejor lugar pues se necesitaba de 4 años para llegar, el camino era tortuoso y difícil, se dice que los difuntos eran enterrados con un perro que era el que los guiaría en el camino. Es muy interesante toda nuestra historia, pero solo quiero terminar diciendo que no podemos evitar que la muerte de un ser querido nos duela, lo que si podemos es hacerla mas llevadera pensando que no hay camino atrás lo que haya después de la muerte no podrá ser peor simplemente estaremos donde siempre quisimos estar.

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